Concejales a control remoto: El show de levantar la mano desde una orden
Cada sesión del Concejo Deliberante en Ramallo deja una sensación cada vez más fuerte de frustración e indignación entre los vecinos que seguimos creyendo en la democracia representativa. Porque lo que se ve, una y otra vez, es que no hay debate real, no hay análisis profundo de los proyectos ni se vota con libertad de conciencia. Todo parece reducirse a levantar la mano según lo que diga el partido político de turno.
Si una propuesta viene de la oposición, el oficialismo vota en contra, sin importar el contenido. Si la iniciativa es del oficialismo, la oposición hace lo mismo. Como si no existieran ideas buenas o malas, solo enemigos o aliados. ¿Es esta la representación que merecemos como ciudadanos? ¿Así se construye una ciudad mejor?
Es legítimo preguntarse para qué están entonces los concejales. Si sus decisiones no nacen del análisis, del sentido común, ni del interés por el bien de Ramallo, sino del mandato partidario, ¿por qué seguimos financiando campañas, sueldos y sesiones que no generan cambios reales? ¿Qué sentido tiene sostener un cuerpo deliberativo si la única función es actuar como autómatas al servicio de un sello político?
Los sueldos de los concejales no son menores. Los paga el pueblo, el mismo pueblo que muchas veces no tiene acceso a servicios esenciales, o que espera años para que se escuche un reclamo barrial. Mientras tanto, en el recinto, se repite el mismo espectáculo: una votación previsible, sin análisis, sin sorpresas, sin democracia verdadera.
Urge recuperar el verdadero espíritu del Concejo: un espacio de discusión plural, donde se represente a los vecinos y no a los partidos. Donde un concejal pueda votar con libertad, porque lo que se debate es justo, porque responde a una necesidad, y no porque se lo ordenaron desde arriba.
El llamado es claro: concejales, respondan al pueblo que los eligió. Sean voces propias, no ecos de una estructura partidaria. Porque cuando votaron por ustedes, los vecinos no votaron por un partido. Votaron por una persona que prometió representar sus intereses.