Cámaras ciegas en Pérez Millán

La reciente y brutal agresión a dos adultos mayores ha encendido las alarmas, revelando una cruda realidad: la seguridad parece ser una ilusion. Los vecinos piden respuestas y acciones, mientras la impotencia se apodera de una comunidad que se siente desprotegida. «No estamos en el paraíso, acá las cámaras no andan. ¡Pónganse a trabajar a quien corresponda!», es el grito desesperado de una vecina, que resume el sentir colectivo ante la creciente ola de inseguridad.

Las denuncias sobre cámaras de seguridad inoperativas son cada vez más frecuentes, transformando estos dispositivos de protección en meros adornos. La ineficacia del sistema de vigilancia quedó crudamente expuesta con otro grave incidente: un accidente de tránsito donde una mujer fue atropellada y los responsables se dieron a la fuga sin que las cámaras captaran nada. La comunidad exige saber por qué, en momentos cruciales, la tecnología que debería ser un aliado se convierte en un fantasma, permitiendo que la impunidad se adueñe de las calles.

Es inaceptable que los ciudadanos de Pérez Millán vivan con miedo, especialmente nuestros mayores. La seguridad no es un lujo, es un derecho fundamental que las autoridades deben garantizar. Urge una intervención inmediata para asegurar que todas las cámaras funcionen y que la presencia policial sea efectiva. La comunidad de Pérez Millán no busca un paraíso, sino un lugar donde la tranquilidad y la justicia sean la norma, y no la excepción. ¿Están las autoridades dispuestas a escuchar y actuar antes de que sea demasiado tarde?

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